jueves, 12 de febrero de 2009

De cacerías

Viejo deporte feudal y aristocrático. Y político. Hasta religioso. Para reyes, nobles y allegados. Allí se forjan amistades, negocios, se obtienen favores, se enredan amantes, se perpetran guerras, se traman conspiraciones. Allí es la crueldad ejercida contra los animales, donde se fomenta y exhibe el machismo, donde se desnuda la miseria humana. Deporte viejo. Que no se extingue. Cacerías organizadas para las clases poderosas, para los hombres infgluyentes. Cacerías de trasfondo económico para fomentar corrupciones sin cuento. Cacerías para ministros, banqueros, jueces, obispos, Presidentes de Comunidades, de Estado, Alcaldes. Ya existen también mujeres expertas en cacerías, como Esperanza Aguirre. Cacerías para abatir presas dóciles o indefensas, carnaza para periodistas serviles y prensas o televisiones basura. Para terroristas expertos en extraser dinero fácil de la construcción, la prostitución organizada. Para facilitar negocios y transacciones bancarias o de otra índole. Para modelar actos electorales. Para convertirse en espejo de la terrible bajeza de nuestra sociedad, de un mundo ortganizado como una cacería. Expertos en acotar terrenos, desarrollar armas mortíferas para exterminar indefernsos animales. Algún día serán seres humanos. El franquismo era experto en organizarlas. Pero no se han olvidado. Política. Democracia.

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