jueves, 2 de septiembre de 2010

Número 6. Monográfico. LA CUESTIÓN DE LA MUJER. SEXUALIDAD Y PROSTITUCIÓN.

El salón de los independientes. Toulouse Lautrec
SUMARIO

Introducción.
De los levíticos al mundo pagano.
La Biblia. San Agustín. Griegos.
La mujer y los musulmanes. El Corán
Las iglesias.
Literatura y sexualidad. Breves citas.
Salomón. Safo. Shakespeare. Paul Valery. Baudelaire. T.S.Eliot. Schopenhauer. Karl Kraus. Herbert Marcuse. Wilhelm Reich. Alexandra Kollontai. Fátema Mernissi.

La libertad de la mujer. Algunas preguntas más que conclusiones.

Colaboraciones.

Juan Mayorga. El buen vecino.
Rosa Regás. La patria.
Carlos Martí. De las ideas y la muerte.
Manuel García Viñó. Aquel Irak y éste.

¿Cuándo contemplaremos en los ruedos de las plazas de toros, en las calles de las ciudades, ante los Parlamentos, Alcaldías, estableciendo mesas para recoger firmas en todas las ciudades de España, la protesta de miles y miles de hombres y mujeres, esta vez no por el maltrato de los toros, sino por el maltrato, que concluye a veces en el asesinato, por el secuestro, la tortura, el encierro de miles de mujeres explotadas, víctimas de las mafias que controlan la prostitución? ¿Qué ocurre, que eso no da votos, que las mujeres tienen menos valor que los toros, o que en el fondo se está de acuerdo con la prostitución y se acepta que esos asesinos, terroristas personajes que en torno a ella se mueven, apoyados más o menos veladamente por leyes, funcionarios, políticos, campen por sus fueros? ¡Tristes nacionalismos si anteponen símbolos, banderas y otras cuestiones, a los seres humanos!

INTRODUCCIÓN

De la poligamia, en el alba del mundo humano, en el que la mujer, al vivir la tribu en promiscuidad sexual juega el papel más importante en la evolución de la especie, y por tanto desempeña las actividades más fundamentales y respetadas en aquellas comunidades primitivas, se pasa, por influjo de las religiones monoteístas, a la monogamia, que establece el derecho de los hombres sobre las mujeres y da lugar a la prostitución, leyes discriminatorias y represivas, y sociedades patriarcales. Muere el derecho materno aunque no estuviera legislado pero si era práctica habitual y necesaria, y se impone el paterno que desarrollará formas cada vez más agresivas de machismo. Dioses paganos o levíticos, religiones, cultos, pasan a instaurar la esclavitud de la mujer. Podemos decir que la mujer ha sido, y en alguna medida sigue siendo, la verdadera víctima de la civilización y el denominado progreso cultural y científico la sigue teniendo en el último eslabón de las liberaciones producidas. Por muchos terrenos que con sus luchas y sacrificios conquistara, todavía continúa bajo el peso de una organización económica, la capitalista, o unas estructuras políticas y religiosas fundamentalistas que la mantienen oprimida, en unas u otras formas. De España a Irán, de Estados Unidos a China, de Tailandia a México o Arabia Saudita.
En nuestra sociedad occidental –en las otras expoliadas por el capitalismo y el imperialismo y bajo regímenes dictatoriales dependientes de él, las mujeres y los niños carecen de derechos y son explotadas sexualmente, vendidas, o mueren de hambre o insalubridad- es el dinero, el poder, la organización jurídica y sobre todo la confesionalidad religiosa, quienes convierten el sexo en mercancía, y en toda mercancía y sociedad de clases hay siempre poseedores y desposeídos. No fue así antes de la civilización. Como escribe Engels siguiendo a Morgan y Bachofen entre otros antropólogos: “¿qué encontramos como forma más antigua y primitiva de la familia, cuya existencia indudablemente nos demuestra la historia y que aún podemos hoy estudiar en algunas partes? El matrimonio por grupos, la forma de matrimonio en que grupos enteros de hombres y grupos enteros de mujeres se pertenecen recíprocamente y que deja muy poco margen para los celos”.
Cuando la unión sexual sin trabas ni prohibiciones se desarrollaba, no había lugar a la prostitución, ni al dominio de un sexo por otro, ni al incesto, los celos. La promiscuidad sexual precede a la civilización, como la posesión de los frutos, de la tierra, del espacio habitable, a la propiedad privada. El problema es que el desarrollo de la selección natural y mejoramiento de la especie humana conllevó la discriminación no natural, que traería la violencia, la guerra y la explotación del hombre por el hombre y sobre todo de la mujer por el hombre.
Retomamos a Engels: “Siendo la base de la civilización la explotación de una clase por otra, su desarrollo se opera en una constante contradicción. Cada progreso de la producción es al mismo tiempo un retraso en la situación de la clase oprimida, es decir, de la inmensa mayoría. Cada beneficio para unos es por necesidad un perjuicio para otros; cada grado de emancipación conseguido por una clase es un nuevo elemento de opresión para la otra. La prueba más elemental de esto nos lo da la introducción de la maquinaria, cuyos efectos conoce hoy el mundo entero”.
Engels denuncia la hipocresía, la caridad. Hoy en el mundo occidental una gran parte de las mujeres se benefician de la evolución de las leyes, el desarrollo social. Pero una mayoría de las mujeres en el mundo son víctimas de la más absoluta marginación y muchas de ellas meras mercancías aptas para la prostitución, trabajos esclavizantes, o situadas bajo la potestad de los hombres, desprotegidas por las leyes, sometidas al rigor de arcaicas costumbres, y sobre todo de religiones o creencias. Las religiones continúan siendo el mayor cáncer de la humanidad. Y por otra parte la hipocresía convierte en nuestras sociedades en ocasiones a la mujer en floreros, adornos, prostitución de lujo no reconocida como tal ni por ellas mismas, siendo la publicidad y los medios de comunicación agentes de este papel ornamental, al servicio de la alienación e incluso venta de cuerpos, y subsiste por paliada que parezca, la discriminación económica, social, política, en parte de esas mujeres que se creen liberadas. Emigrantes de los pueblos del tercer mundo, de los ex países socialistas, de las sociedades teocráticas, conforman un tema en el que apenas se profundiza. Basta contemplar en nuestro país el impacto de las esclavas del sexo y la plusvalía que genera en los periódicos, pese a algunos artículos que de vez en vez intentan lavar las formas de quienes contribuyen, con jueces, abogados, policías, alcaldes, otras autoridades políticas, a la existencia de mafias criminales que las explotan.
En el matrimonio –tantas veces otra manera de prostitución encubierta- y en la prostitución manipulada por los depredadores mafiosos, no se hace sino continuar el desarrollo que tanto ha marcado las relaciones de hombres y mujeres desde la vieja Roma. Tomemos el ejemplo del emperador Elio Varo cuando su mujer le acusaba de sus continuas infidelidades, y él le respondió que el matrimonio era un título de honor y dignidad, y él no podía mancharlo, por eso descargaba su lascivia y necesidades sexuales desenfrenadas con otras mujeres. (Algo peor le respondió en días recientes el aguerrido reportero de televisión acostumbrado a las guerras que se transmiten desde hoteles de lujo, donde de seguro no faltarán mujeres, a una de las putas secuestradas en Madrid cuando esta quiso informarle de su infortunio).
Freud expresó que la historia del hombre es la historia de la represión –de la Inquisición al fundamentalismo, del neo conservadurismo de los medios de comunicación al silencio sobre los críticos y disidentes, añadimos nosotros-. Y se mostraba pesimista, no podía concebir una civilización que de una u otra manera no sea represiva. (Nosotros añadimos: al menos mientras subsista una sociedad basada en estructuras clasistas y explotadoras como las que ahora conforman el mundo)
Antes de exponer algunas conclusiones-preguntas sobre la situación de la mujer hoy, pasamos a esbozar una visión de los orígenes de esta realidad de la mujer como víctima del desarrollo histórico.


DE LOS LEVÍTICOS AL MUNDO PAGANO

¿Morir por adulterio? No; eso lo hace
Hasta el reyezuelo, y la mosquita de alas
doradas se entrega a la lujuria ante mi vista.
¡Dejad que florezca la copulación!
Rey Lear, IV,6

¡Bellaco, esbirro, detén tu mano
sangrienta! ¿Por qué azotas a esa puta?
Flagélate tú, ya que ardes en deseos de
cometer con ella el delito por el que la
castigas.
Rey Lear. IV.6


La Biblia es algo más que el libro de los libros, que un hermoso conjunto de textos literarios, de sugestivas fábulas: es una guía para la miseria moral, cultural y social, de quienes todavía, de alguna manera, viven bajo su influencia, amparan dogmas de ella emanados, como ocurre, para otros pueblos, con El Corán y demás libros retrógrados desde el punto de vista del pensamiento.
La mujer, su historia, explotación, mucho le debe, por desgracia, a este conjunto de textos que se transforman en leyes y códigos de conducta.
Son, lo que sigue, fragmentos entresacados de relatos tan emblemáticos como perniciosos. Porque a partir de ellos, creyentes o no, pueden justificar sus miserables comportamientos y más aún las organizaciones sociales y políticas.

Génesis. 3, 16

A la mujer le dijo:
Multiplicaré en gran manera tus sufrimientos y tus preñeces;
Darás a luz hijos con dolor.
Hacia tu marido será tu anhelo.
Pero él te dominará.

Levítico. 20
Sus leyes consagran la condena a muerte de los adúlteros, homosexuales, de los hombres y mujeres que forniquen con bestias, de los incestuosos, y a la hoguera a las hijas de los sacerdotes que se prostituyan.

Deuteronomio, 20,13
El hombre que despose mujer y la encuentre no Virgen y pueda probarlo, “llevará a la joven a la entrada de la casa de su padre, y los hombres de la ciudad la lapidarán hasta que muera, por haber cometido una infamia con Israel, prostituyéndose en la casa de su padre”
Ídem 22,22
“Si un hombre fuese sorprendido yaciendo con una mujer casada, serán muertos los dos (…) si una joven virgen está desposada con un hombre y otro hombre la encuentra en la ciudad y yace con ella, sacarán a los dos de la puerta de la ciudad y los lapidarán hasta que mueran”.
Ídem 24,1
“Cuando un hombre tome una mujer y se case con ella, si luego ésta no halla gracia a sus ojos por haberse encontrado en ella algo desagradable, la escribirá el libelo de repudio, se lo pondrá en la mano y la despedirá de su casa.

Proverbios, 6, 24.
“Para preservarte de la mujer malvada, de la lengua seductora de la extraña, no desees su hermosura en tu corazón, no te seduzca con sus miradas, porque la meretriz se contenta con un pedazo de pan, pero la adúltera busca un hombre estimable.
Y faltaban los profetas para completar el trato despreciatorio y criminal de los hombres judíos respecto a la mujer, y después, ya la Iglesia de Roma imperializada, su brutal e inquisitorial dominio sobre el mundo occidental, San Agustín. Ejemplos de esta larga marcha de oprobio, explotación y salvajismo.

Isaías, 3

Acercaos vosotros, hijos de bruja, estirpe de adúltera y prostituta (Tras las jambas de la puerta colocabas tu emblema; prescindiendo de mí, te desnudabas, subías al lecho y hacías sitio; sacabas partido de tus amantes, con los que te gustaba acostarte; mirando el falo, fornicaban con ellos sin cesar”).
(Nota. Es la forma en que se corrompe un pueblo, una nación que abandona a Dios y se entrega a la concupiscencia. Es siempre la culpa de la mujer, asimilada a la perversión, el mal. Se rompe la alianza de la fe y se engendra lo bastardo, lo perverso. Resultado: lapidación.)

Oseas. I, iii

Dijo el Señor a Oseas:
- Anda, toma una mujer prostituta y ten hijos bastardos, porque el país está prostituido, alejado del Señor. (…)
Pleitead con vuestra madre, pleitead, que ella no es mi mujer ni yo soy su marido, para que se quite de la cara sus fornicaciones y sus adulterios de entre los pechos; si no, la dejaré desnuda y en cueros, como el día que nació; la convertiré en estepa, la transformaré en tierra yerma, la mataré de sed (…)
Se decía: Me voy con mis amantes, que me dan mi pan y mi agua, mi lana y mi lino, mi vino y mi aceite (…)
Perseguirá a sus amantes y no los alcanzará, los buscará y no los encontrará, y dirá: Voy a volver con mi primer marido, porque entonces me iba mejor que ahora.
(Nota: He aquí el tratamiento de la mujer y del amor del hombre despechado que la insulta y llama prostituta y viene a decirnos que la mujer utiliza su cuerpo no para obtener placer sino para sustentarse: el oro y la plata que le da el marido y a por el que vuelve cuando ya no encuentra amantes que la paguen)

Jeremías, 9.

(El Dios Juez condena a su pueblo. La idolatría y el sexo son los enemigos de la fe, por eso serán condenados).

Después de todo ¿podré perdonarla?
Tus hijos me abandonaron, juraron por dioses falsos;
yo los sacié, ellos fueron adúlteros,
se iban en tropel a los burdeles;
son caballos cebados y lascivos que relinchan
cada cual por la mujer del prójimo.

(Y terminamos este apartado dedicado a la sexualidad y religión con San Agustín. Nietzsche antepone frente a San Agustín la defensa del placer y la satisfacción de los apetitos contra la negación de ellos que realiza en sus Confesiones el Obispo de Hipona cuando se refiere a su juventud precristiana en las tierras cultas y desarrolladas de lo que sería Argelia. )


San Agustín. Sandro Botticcelli

San Agustín.

Habla San Agustín a su único Señor:
¿Y qué es, Señor, lo que os quiero decir sino que no sé de donde yo vine acá, a esa que digo vida que muere o muerte que vive?
(Y tras esta bella y profunda reflexión, el hombre de Tagaste o Souk Ahres ya empapado en lenguaje bíblico, exclama:)

“Yo no os amaba y fornicaba lejos de Vos, con vuestras criaturas; en mis fornicaciones oíame decir por todas partes: ¡Bien! ¡Muy bien ¡ Pues la voluntad de este mundo es fornicación (…) ¿Y qué no deleitaba sino amar y ser amado? (…) exhalaban un vaho de niebla la fangosa concupiscencia de la carne y el hervidero de mi pubertad; y con ella mi corazón se nublaba y oscurecía hasta el punto de no discernir la serenidad del amor puro de la calígine de la sensualidad. Ambas cosas en mi hervían en confusa efervescencia y se llevaba a rastras mi edad fiable por los derrumbaderos de la pasión… en aquel año decimosexto de la edad de mi carne, cuando esta tirana tomó señorío sobre mí, y yo entregué mis manos vencidas a aquel frenesí de voluptuosidad, a quien la vileza humana da licencia, pero que es prohibida por vuestras leyes. No tuvieron cuidado los míos de detenerme en mi desatinada carrera con el freno del matrimonio, sino que solamente tuvieron cuidado de que aprendiera a hablar con sumo primor y a persuadir con el arte de la palabra retorcida (…) y en el tacto de la carne el halago puede mucho, y cada uno de los sentidos encuentra en las cosas corporales una modalidad que se le acomoda (…) Amar y ser amado era harto más dulce para mí, especialmente si gozaba del cuerpo del amante. Ensuciaba yo, pues, la vena de la amistad con las sordideces de la concupiscencia y nublaba su blancura con la sombra tartárea de la carnalidad, y siendo sucio y deshonesto, con abundante vanidad, aferrábame a ser galán y cortesano (…) Porque es de saber que fui correspondido y llegué al enlace secreto y sabroso, y dejéme alegremente prender en serviles ataduras, para que luego, muy pronto, los celos me azotaran con sus recias varas de hierro candente, y de sospechas y temores y de enojos y porfías.

EL MUNDO PAGANO

(En el otro mundo, el de los dioses hombres o los hombres dioses, la mujer no gozó tampoco de igualdad, y la esclavitud, en el sexo, la política, en las relaciones comerciales, en el poder, abrazó a la mayoría de ellas. No cuentan las excepciones, sino la norma en su realidad social).

Hesiodo

Y cuando Zeus nos dio calamidades, el castigo por otorgar el fuego a otros dioses y a los hombres, nos trajo a la mujer tocada con los adornos de Atenea. (…) De ella surgió la raza femenina, la fatal raza, la ralea del género humano. Gran dolor para los hombres que con ellas viven.

Artemisa. Rembrandt

Artemisa. (Atenea romana)

(Esta diosa, reina cazadora y habitante de bosques y montañas, experta en el arco y el trato con los animales salvajes, a la que veneran las Amazonas, nunca gustó del matrimonio por lo que fue considerada Virgen -solo el matrimonio daba fe de la pérdida de la virginidad- y era diosa madre por lo que debió gozar de muchos hombres. Es la más independiente y guerrera).

Afrodita. (Venus romana)

(Es la diosa de la belleza física y del placer sexual al margen del matrimonio, frívola y mentirosa, icono sexual para las mujeres. Por nacer de hombre es inteligente, dado que solo los hombres pueden ser intelectuales y por eso buscan entre si el amor, y por ser descendiente de Zeus y Dione, patrona de las prostitutas, es al tiempo sexual y promiscua.
Solo los dioses, machos, tenían todas las prerrogativas de la guerra, la inteligencia, la justicia, y eso los autorizaba a tener relaciones de toda índole, e igualmente a violar y matar.)

Demóstenes.

Tenemos heteras para nuestro placer, concubinas para servirnos y esposas para cuidar a nuestros hijos. (siglo IV. A de C)

Homero. La Iliada

Ciertamente no hay razón para culpar a los troyanos y a los armados aqueos si soportaron penalidades duraderas por una tal mujer. Su rostro era asombroso, como el de las diosas inmortales. No obstante, aún siendo así, dejadle que vuelva a sus embarcaciones y que no permanezca aquí por más tiempo, como una plaga para nosotros y nuestros descendientes. (1184 a. de C)

Esquilo. Las Euménides. 458 a de C.

La que se llamaba la madre no es el origen de un vástago, sino la que cuida del embrión recién sembrado. El macho, el que cabalga, lo engendró. Debe haber un padre, no una madre.

Eurípides.

Las mujeres son el mayor invento del diablo.(Medea)
Las mujeres son una fuente de dolores. (Orestes)
Las mujeres de la clase alta son las primeras en practicar el adulterio… Nunca me cansaré de odiar a las mujeres… son siempre malvadas. (Hipólito).

(Para los egipcios Eros era el padre y dios de todos los dioses. Y en Pompeya, en un burdel había dibujado en su puerta un falo y bajo él la inscripción: Aquí habita la felicidad.)


LA MUJER Y LOS MUSULMANES

EL CORÁN


Todo libro es susceptible de muchas lecturas e interpretaciones. Y eso es bueno, salvo que el libro se tome como texto sagrado, cuyos principios obligan a los creyentes a su cumplimiento, dejándose además a los sacerdotes brujos la capacidad de interpretación y legislación de los mismos.
En El Corán la mujer es fundamentalmente un sujeto pasivo, concesión de Alá para el hombre, que no por algo la creó de una de sus costillas. Y los imanes, ayatolahs, no dudan en interpretar las alusiones y juicios que en él se dan de acuerdo a los intereses del que se considera ser superior, en los negocios o en la guerra, al fin los dos capítulos que tienen más valor en la vida, que el pensamiento y la cultura suelen estar reservados a los guardianes de la fe. De ahí que a la hora de impartir castigos, mostrar su dependencia del varón, e influir en sus hábitos de vida que incluyen su manera de comportarse y vivir, en el ámbito de la casa o del exterior, tomen del libro sagrado aquellos juicios que más se acomodan a sus intereses. La mayor parte de ellos están entresacados de la Sura 4, de la que elegimos unos fragmentos que son un pálido reflejo de la ley que se aplica a las mujeres. De cualquier forma toda sociedad teocrática no deja de mostrar sino el atraso, la miseria cultural y la prehistoria de una humanidad que difícilmente puede hablar de libertad mientras se rija por conceptos y leyes tan retrógradas como los que han inventado los hombres en boca de sus dioses, llámense Jehová, Alá u otros, y sobre todo, de los que hacen sus representantes, pontífices y sacerdotes de cualquier denominación y origen, brujos al fin en el Vaticano, la Meca o las tribus africanas .


Corán. Sura 4. Fragmentos.

Si teméis no ser equitativos con los huérfanos, entonces, casaos con las mujeres que os gusten, dos, tres, cuatro. Pero si teméis no obrar con justicia, entonces con una sola o con vuestras esclavas. Así evitaréis mejor el obrar mal.
(…) Alá os ordena lo siguiente en lo que toca a vuestros hijos: que la porción del varón equivalga a la de dos hembras.
(…) Llamad a cuatro testigos de vosotros contra aquéllas de vuestras mujeres que cometan deshonestidad. Si atestiguan, recluidlas en casa hasta que mueran, o hasta que Alá les procure una salida. Si dos de los vuestros la cometen, castigad a ambos severamente, pero si se arrepienten, y enmiendan, dejadles en paz. Alá es indulgente, misericordioso.
(…) Los hombres tienen autoridad sobre las mujeres en virtud de la preferencia que Alá ha dado a uno más que a otros y de los bienes que gastan… ¡Amonestad a aquéllas de quienes temáis que se rebelan, dejadlas solas en el lecho, pegadlas! Si os obedecen no os metáis más con ellas. Alá es excelso, grande.
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LAS IGLESIAS

En distintos periodos históricos, situaciones políticas, desarrollos económicos, las iglesias han sido y continúan siendo el principal enemigo de la mujer, tanto como lo son de la libertad. Cuanto se haga por combatirlas es poco. Y por desgracia las miserias de las organizaciones políticas y sindicales prefieren mirar para otro lado o plegarse a su poder antes de condenarlas y combatirlas. Aquí no caben medias tintas. Hablamos de la Iglesia católica y su poder terrenal, que abarca y corrompe las leyes, las instituciones, la educación, la cultura, las conciencias y hasta el desarrollo económico, en lo que afecta a las cristianas, y también de las islámicas, que en un periodo todavía más primitivo establecen tecnocracias feudales destructoras del pensamiento y la libertad y constituyen para las mujeres auténticas organizaciones terroristas. No cabe, como hacen muchos que de izquierdas se definen, justificar a los ayatolahs o sátrapas por combatir el imperialismo, como tampoco dar por buenos, como hacen determinadas potencias mundiales a poderosos países situados en ese mundo árabe por defender intereses económicos o estratégicos.
Las iglesias siempre, al hablar de sexo, de erotismo, han practicado una aberrante práctica moral doble: para impartir doctrina se sustentan en irracionales y crueles pilares que denominan leyes sagradas; para escapar a posibles protestas de los creyentes hombres no dudan en mantener frente a la familia la prostitución, o autorizando determinadas formas de poligamia. De puertas para adentro, además, todo se les permite a sus sacerdotes: saben que su poder es tan grande que casi nunca trasciende la violencia que ejercen sobre niños, mujeres. Así sus adulterios, pedofilias, violaciones, quedan encerrados bajo los gruesos muros de sus conventos que les ofrecen impunidad.
Por culpa de las iglesias, de las religiones, la mujer es la gran víctima de este sistema machista y sagrado brujeril. Y a su amparo crecen y se desarrollan las mafias que encuentran en el desarrollo occidental y en el poder económico de sus fieles súbditos el campo abonado para sus prácticas criminales. Proxenetas, chantajistas y leyes que las más de las veces hacen la vista gorda a su inmoral y esclavista desarrollo. La esclavitud de la prostitución recuerda los hábitos de los negreros de pasados y recientes siglos. Sería inconcebible sin el apoyo en la civilización de las llamadas libertades, de ideólogos, medios de comunicación. Mientras se establecen jornadas de trabajo abusivas y de alto riesgo que subliman la libido de los explotados para encauzarla a la explotación laboral y se mantienen industrias de las culturas del ocio que la encauzan a los espectáculos de masas, macroconciertos, estadios deportivos, etc. Anestesiados así en gran parte de su tiempo los instintos sexuales, no impiden que a veces exploten salvajemente como forma liberadora en una sociedad en la que la comercialización e imagen de los iconos sexuales consume gran parte de la vida diaria en los medios informativos: mediante drogas estimulantes o por brutal rebeldía estallan en incontenibles formas de perversión y violencia que contribuyen además a fomentar esa misma cultura del espectáculo.
La burguesía, los capitalistas y los profesionales y políticos de alto rango social, necesitan para sus turbios y terroristas negocios esta organización política, económica y social. ¿Y la mujer? En su papel de ensalzado objeto del deseo.

LITERATURA Y SEXUALIDAD. Breviario de citas

El placer
Salomón. El Cantar de los Cantares. Siglo X a de C.


Tus amores me embriagan más que el vino
el olor de los perfumes
más que el de los bálsamos.
Miel destilan tus labios, oh mujer
Miel y leche debajo de tu lengua.
(…)
Yo duermo, pero mi corazón vela.
Mi amado me llama.
Me he quitado la túnica.
¿Cómo volvérmela a poner?
(…)
Eres bella, amiga. Y terrible como el ejército en las batallas.
¡Qué hermosos son tus pies!,
las curvas de tus muslos,
tu ombligo, tu vientre, montoncito de trigo,
circundado de lirio, tus pechos, cervatillos,
mellizos de la cierva.
(…)
Tu amor, delicioso,
tu talle comparable a la palmera
tus pechos a racimos
(…)
tu boca como el vino más delicioso
que va a la boca del amado
fluyendo por los labios y los dientes
(…)
Ven mi amado, salgamos a los campos
allí te entregaré yo mis amores.
(…)
Ponme de sello sobre tu corazón,
como sello en tu brazo
pues fuerte es el amor como la muerte
y fiera la pasión como el infierno.
Sus ardores son rayos de una hoguera.
Torrentes de agua no podrían
extinguir el amor
ni los ríos anegarlo.

Safo. Siglo VIII a de C.

De verdad que amor yo quiero
pues ella, llorando, se fue de mi.
Y al marcharse decía: Ay, Safo,
que terrible es nuestro dolor
pues sin desearlo yo me voy de ti.
Contestaba yo entonces:
no me olvides, vete alegre,
no ignoras el amor que por ti sentí.
Y por eso recordarte quiero,
por si acaso a olvidarlo llegas
la dicha y hermosura que vivimos,
tantas coronas de rosas,
tantas violetas como junto a mí
tú te ponías,
las guirnaldas que trenzabas
y que en derredor de tu cuello tierno
enredabas coronándolo con flores mil.
Perfumado después tu cuerpo
todo él con aceite de nardo
y con leche y aceite de jazmín
recostada en el blando lecho,
delicada muchacha en flor,
el deseo dejabas ya salir.




William Shakespeare. (Traducción: A. García Calvo)


XX
Un rostro de mujer, de la mano pintado
de Natura, tú tienes, dueño y dueña mío,
corazón dulce de mujer, pero no usado
a las mudanzas frívolas del mujerío,

ojo más claro que los de ellas, en sus giros
menos falso, que todo lo que mira dora:
hombre que en su color toda color colora,
miradas de hombre roba y de mujer suspiros.

Y para mujer fuiste en principio amasado,
cuando Natura, al darte el ser, quedó prendada
de ti y, por aumentarte, me dejó privado
de ti, añadiendo algo que a mi fin no es nada.

Más ya que te he marcado para las mujeres,
mío tu amor y sean de ellas tus placeres.

Paul Valery.

Amado cuerpo, me abandono a tu solo poder;
el agua tranquila me llama donde yo tiendo mis brazos:
no resisto ese vértigo puro.
Oh mi belleza, ¿qué puedo hacer contra tu voluntad?

El desamor
Baudelaire. Mujeres condenadas

Cual bestias pensativas tumbadas en la arena,
Vuelven sus ojos hacia el marino horizonte,
Y sus pies que se buscan y sus manos unidas,
Tienen desmayos dulces y temblores amargos.

Unas, con corazones que aman las confidencias,
En el fondo del bosque donde charla el arroyo,
Deletrean amores de infancias temerosas
Mientras graban el tronco de los árboles tiernos.

Otras, igual que hermanas andan graves y lentas,
A través de las voces llenas de apariciones,
Donde vio San Antonio surgir como la lava
Desnudos senos rosa, cuando sus tentaciones.

Y las hay, que a la luz de resinas que manan,
En el hueco ya mudo de los antros paganos,
Te llaman en auxilio de su fiebre ululante
¡Oh Baco, adormidera de los remordimientos!

Otras, cuyas gargantas lucen escapularios,
Y, que ocultando un látigo bajo sus largos vestidos
Aúnan en las frondas, en noches solitarias,
La espuma del placer al llanto del suplicio.

Oh vírgenes, oh monstruos, oh demonios, oh mártires.
Mentes que despreciáis toda realidad.
Busconas de infinito, devotas o lascivas,
Ya repletas de gritos, ya repletas de llantos.

Vosotras, a quién mi alma persiguió en vuestro infierno.
¡Hermanas!, que tanto amo y tanto compadezco.
Por vuestras penas sordas, vuestra sed insaciable
Y las urnas de amor que colman vuestros pechos.

T.S. Eliot. La tierra baldía. Trad. José María Valverde

El momento es ahora, propicio, según supone,
la cena ha terminado, ella está aburrida y cansada,
se esfuerza por hacerla entrar en caricias
que aún no son reprochadas, aunque no deseadas.
Sofocado y decidido, la ataca de una vez:
manos exploradoras no encuentran defensa:
su vanidad no requiere respuesta,
y da la bienvenida a la indiferencia.
(…)
Él otorga un protector beso final
y sale a tientas, encontrando la escalera sin luz.
Ella se vuelve a mirarse en el espejo,
sin darse cuenta de que se fue su amante:
su cerebro deja paso a un pensamiento a medio formar:
“Bueno, ahora ya está: y me alegro de que haya pasado”
(…)
El río suda
petróleo y alquitrán
(…)
Tranvías y árboles polvorientos
(…)
Las uñas rotas de manos sucias.
Mi pueblo humilde pueblo que no espera
nada”

A vueltas con la teoría
Schopenhauer

El instinto sexual es propiamente el invisible centro de todo obrar y se recalca por doquier pese a todos los velos arrojados sobre él. Es la causa de la guerra y al fin de la paz, el fundamento de lo serio y el objetivo de la chanza. El instinto sexual es el núcleo de la voluntad de vivir, o sea, la concentración de todo querer; por eso se ha llamado a los genitales el foco de la voluntad (…) Todo enamoramiento, por muy etéreo que guste de aparecer, únicamente arraiga en el instinto sexual y es tan solo un instinto sexual determinado (…) es la última meta de casi todo empeño humano, adquiere un reflejo perjudicial sobre los asuntos más importantes, interrumpe a cada momento las ocupaciones más serias, en ocasiones sume en la perplejidad incluso a las cabezas más notables (…) Convierte al hombre en alguien sin escrúpulos y en traidor al más leal (…) El fin último de toda intriga amorosa … Es de hecho mucho más importante que todos los demás fines en la vida del hombre y por eso merece plenamente la honda seriedad con que cada cual lo persigue (…) Cuando no puede alcanzar la reciprocidad, el enamorado impetuoso prefiere contentarse con la posesión, es decir, con el goce físico. Esto lo documentan todos los matrimonios forzados, e igualmente el hecho de que, a pesar de su aversión, el favor de una mujer sea comprado, así como también los casos de violación.
Karl Kraus por Oskar Kokoscha

Karl Kraus

¿Mujeres perdidas? ¡Putas perdidas en el matrimonio más bien!

La abstinencia siempre acaba vengándose. A unos les produce pústulas: a otros leyes sobre la sexualidad.
La sexualidad mal reprimida ha perturbado no pocos lugares, la bien reprimida ha perturbado el orden universal.

Escondemos nuestro amor no por estar prohibido, sino por ser algo demasiado hermoso.

¡Acabemos con la mojigatería que ha minado la salud física y mental de las naciones por espacio de casi dos milenios! Incluida su salud mental. La naturaleza ha dotado a la mujer con la sensualidad como fuente original en las que las mentes de los hombres pueden encontrar su renovación. No obstante, los padres fundadores de normas han invertido la relación entre los sexos, constriñendo la sexualidad habitual de la mujer mediante convicciones, y permitiendo a una sexualidad masculina funcional correr sin trabas en pro de la procreación. Como resultado de ello, tanto la gracia física como la energía mental se han ajado. A las mujeres de clase media se les impone la dignidad y el autocontrol, mientras que al hombre se le permite una bestial autoindulgencia. Y así, canaliza el espléndido torrente de la sensualidad femenina para sus propias y poco interesantes necesidades, quedando su cerebro totalmente vacío en este proceso.

Más de una criatura destinada a amar acaba siendo víctima del gran odio cristiano al prójimo.

La raza humana acabó histérica en la Edad Media por haber olvidado lastimosamente las decisivas impresiones sexuales de su juventud.

La impertinencia de una justicia que se mete a reglamentar las relaciones entre los sexos siempre ha fomentado la peor inmoralidad, a la que el Código Penal no alcanza, o delitos y descarríos más graves.

Unos buenos modales que a la mujer, colocada en una situación intermedia entre bestia de carga y objeto de placer, le dejan con toda cortesía el privilegio del saludo; que encuentran digno de cualquier esfuerzo el matrimonio por dinero y despreciable el coito por igual motivo; que a la mujer la vuelven puta y a la puta la insultan, que valoran aún menos a los amantes que a quienes no se aman, en verdad no tienen por qué avergonzarse de una ley penal que llama a la relación entre los sexos “comercio ilícito”.


Herbert Marcuse


A liberación instintiva abarca la liberación intelectual, tanto más cuanto que la lucha contra la libertad de pensamiento e imaginación ha sido convertida en un poderoso instrumento del totalitarismo, tanto el democrático como el autoritario
Por la dimensión del trabajo, que ocupa prácticamente la existencia entera del individuo moderno, el placer es “suspendido” y el dolor prevalece… el principio del placer es incompatible con la realidad… El placer de los sentidos inmediatos actúa en las zonas erógenas del cuerpo, y lo hace solo por el gusto del placer… La monogamia da lugar a una restricción cualitativa y cuantitativa de la sexualidad, su subyugación a la función procreativa altera la función misma de la sexualidad.

Wilhelm Reich. La lucha sexual de los jóvenes. 1932
La mujer y el comunismo

La moral sexual burguesa está cosida en nuestra piel de comunistas de manera mucho más profunda de lo que creemos.
La revolución sexual. “La distorsión del despliegue de la vida en ascetismo, en estructuras autoritarias y en negación de la vida puede aparecer de nuevo (…) La economía sexual, sobre la base de sus descubrimientos científicos y de la observación de los procesos sociales llega a la siguiente conclusión: la afirmación de la vida debe ser ayudada hasta su pleno desarrollo, en su forma subjetiva de afirmación del placer sexual y en su forma social objetiva de planificación democrática del trabajo. Es preciso organizar la lucha por la conquista de la afirmación de la vida (…) La teoría económica del marxismo reveló las condiciones económicas de una vida progresista. Los acontecimientos de la Unión Soviética demostraron su exactitud. Pero su limitación a conceptos puramente económicos y mecánicos los desvió peligrosamente hacia la negación de la vida con todos sus síntomas bien conocidos.




Alejandra Kollontai
Matrimonio y prostitución

Para la mujer, la solución del problema familiar no es menos importante que la conquista de la igualdad política y el establecimiento de su plena independencia económica
(…) La prostitución en la sociedad burguesa es abiertamente menospreciada y condenada, pero secretamente apoyada y sostenida.
(…) La prosperidad y la familia están ligadas demasiado estrechamente: si uno de estos pilares del mundo burgués se tambalea, la solidez del otro se hace dudosa. Por ello la burguesía ha defendido siempre tan cuidadosamente sus bases familiares.
(…) El matrimonio es uno de los rostros de la sociedad burguesa, el otro es la prostitución. El matrimonio es la cara de la moneda, la prostitución la cruz. Si el hombre no encuentra satisfacción en el matrimonio, lo busca habitualmente en la prostitución… La prostitución sofoca, bajo sus flores suntuosas pero envenenadas, todo lo que queda de las virtudes familiares… La hipócrita duplicidad con respecto a la prostitución es característica de la burguesía y pone de relieve el hecho de que también aquí, en esta cuestión que parece afectar a toda la humanidad, la burguesía tiene una postura de clase. De hecho, la prostitución, ese apéndice obligatorio de la sociedad clasista contemporánea, ese correctivo que actúa sobre la forma coercitiva y anticuada de la familia actual, deja casi todo su peso sobre las clases que nada poseen (…) es ante todo para la clase obrera para quién constituye una plaga (…)
La sociedad contemporánea, al reemplazar la tortura y el asesinato político de las prostitutas por el asesinato moral con el socorro de las leyes, de reglamento riguroso, apenas se ha apartado de la crueldad medieval.
Por ello la burguesía no se apresura a dar la señal de alarma; si la mayor parte de las mujeres públicas pertenecieran a la clase poseedora, hay que suponer que tal actitud sería muy distinta (…) Condenada por la religión, castigada por la sociedad, e incluso por las leyes, la prostitución no por ello es únicamente tolerada, sino incluso reglamentada por el Estado… garantía de los principios familiares y custodia de la virtud de los “honestos burgueses”.

Fatema Mernissi. El harén de Occidente.

En Occidente, la belleza femenina corresponde a la imagen que los hombres han fabricado: ya sea un lienzo o una película, siempre aparecen desnudas, siempre calladas, indiferentes a los logros alcanzados por las mujeres de carne y hueso en la vida real (…) La bella que retrata en su cuadro o en su película está condenada al desnudo y al silencio. No cuenta mucho que la mujer tenga cerebro y sea inteligente, mientras lo disimule. Es cuestión de interpretación escénica, de teatro, como el velo. Los fanáticos que obligan a las mujeres a llevar el velo en Afganistán y Argelia no denigran la inteligencia de la mujer. Su lucha tiene que ver con las esferas de lo público. Los hombres tienen que mantener su monopolio de las calles y los parlamentos, de modo que las mujeres deben llevar el velo cuando entran en esos ámbitos, para demostrar que no les pertenecen. El asunto del velo es una cuestión política. Al salir a la calle, la mujer tapada con velo demuestra estar de acuerdo con ser una sombra mientras se encuentre en un espacio público…. Pero cuando estoy en el lado europeo, el “imán-mercado” me impone me parezca a la belleza representada en las imágenes. Podría ser una terapia interesante tanto para hombres como para mujeres un cambio de territorio y de papeles, para clarificar cual es el mensaje del teatro propio de la cultura (…)
Tanto Naomi Wolf, como Pierre Bordieu han llegado a la conclusión de que hoy por hoy los códigos basados en el físico paralizan la capacidad de las mujeres occidentales de competir por el poder, por mucho que parezcan abiertas las posibilidades de acceder a la educación y mejoras salariales. “El sometimiento a regímenes alimentarios es el sedante político más potente de la historia de las mujeres; una población silenciosamente trastornada es una población muy fácil de manejar” (Wolf) (…) Bordieu, que se ha dedicado mas bien a desentrañar como este mito graba a fuego sus inscripciones sobre la piel misma, llega a reconocer que el estar constantemente recordándole a una mujer en un espacio público su apariencia física la desestabiliza emocionalmente, debido a que la reduce a mero objeto de exposición. “Al confirmar –escribe- a las mujeres al status de objetos simbólicos que siempre serán mirados y percibidos por el otro, la dominación masculina… las coloca en un estado de inseguridad constante… Tienen que luchar sin cesar por resultar atractivas, bellas y siempre disponibles”. Al sufrir dicho estado de congelación como objeto pasivo cuya mera existencia depende de la mirada de su poseedor, las mujeres occidentales de hoy, con estudios y formación, se encuentran en la misma tesitura que las esclavas de un harén.

(Y, concluimos nosotros, numerosas actrices, presentadoras de TV, modelos, esposas de celebridades de los deportes, la política, la cultura, hijas de notables o aristocráticas figuras, desposadas de ex ministros, jeques árabes, millonarios de cualquier índole, no ejercen sino el papel que esta sociedad les ofrece: putas de lujo. )
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LA LIBERTAD DE LA MUJER. ALGUNAS PREGUNTAS MÁS QUE CONCLUSIONES.


El carácter que se sigue dando al matrimonio desde el punto de vista de las ortodoxias religiosas, y que las costumbres y los intereses económicos apoyan exhaustivamente, ¿no es acaso una de las mayores rémoras para esa libertad?

El papel del padre en el hogar, la educación de los hijos y el sostén económico de la familia, tanto desde el punto de vista de la tradición como de las leyes, basadas en gran parte en la autoridad del hombre y no digamos en el que le otorgan las religiones, ¿no constituye otro impedimento a esa libertad e igualdad?

Los mandamientos, preceptos, usos y costumbres contrarios a la libertad sexual en la juventud y a la igualdad de trato de la misma entre hombres y mujeres, la moral y legislación arcaica y reaccionaria a la hora de tratar el tema de la práctica necesaria del sexo libre, y que se manifiesta en la enseñanza, ¿qué supone para esa libertad?

¿Se puede hablar de libertad de la mujer mientras, por poner un ejemplo, miles de mujeres votan a especímenes como Esperanza Aguirre, que restringe todas las libertades que afectan al sexo, el aborto libre, la enseñanza no religiosa, etc. y miles de miles acuden a escuchar a los predicadores de la iglesia católica o a los imanes de las otras?

La utilización del cuerpo de la mujer como símbolo e icono de la belleza, atractivo para su posesión y conquista, anuncio publicitario para realzar automóviles, bebidas, o productos industriales o culturales, las pasarelas de moda, ¿no levantan arcadas a la hora de hablar de esa libertad?

Medios de comunicación, concursos de belleza, industrias dedicadas a la transformación del rostro, del cuerpo, para imponer un único arquetipo, modelo, icono sexual en el mundo entero, de acuerdo a un canon neocapitalista occidental, ¿no han de ser denunciados y combatidos?

Las leyes, los jueces y abogados sin escrúpulos, las campañas de la Iglesia y la derecha contra el aborto, la eutanasia, la masturbación, las relaciones sexuales entre parejas de edades distintas, la homosexualidad y el lesbianismo, la educación retrógrada, ¿no han de plantear a las mujeres y los hombres de pensamiento progresista la necesidad de ser más activos y agresivos en su denuncia y combate contra dichos principios e instituciones?

¿Cuándo se abordará, de forma revolucionaria e ininterrumpida la lucha contra quienes por intereses económicos y políticos no buscan solucionar el problema de las esclavas del sexo?

El nefasto papel que juegan en el mundo actual los ayatolahs, los líderes religiosos musulmanes o ultra ortodoxos judíos, los sátrapas de los países teocráticos, los obispos y dependientes de la iglesia de Roma, o los instalados en poderes económicos y políticos de sectas cristianas o de cualquier otra índole, los nefastos responsables como Aznar, Bush y sus seguidores, ¿cuándo van a abordarse como indeseables a los que hay que combatir, en las luchas de la calle, en los mítines, conferencias, artículos de quienes no quieren comprometerse con su silencio con ellos, en las organizaciones de los militantes de izquierda, aunque estén inoculadas en apoyos por intereses estratégicos a esos poderes fácticos, si se quiere en verdad hablar de la liberación de la mujer y de una sociedad en libertad?

¿Y no debería realizarse una reforma radical en las relaciones sociales, en las obligaciones de los Estados por la custodia y educación de los hijos, apartando radicalmente de ella a las instituciones religiosas y a sus credos y negándoles la más mínima competencia sobre cuestiones de sexo y derivadas para la mujer, abogando por el amor libre e igualitario sin cortapisas ni leyes ni reglamentos de ninguna índole, y persiguiendo al tiempo no a las prostitutas sino a sus chantajistas y a los propios hombres, clientes, y medios de comunicación que contribuyen a la existencia de ese aberrante y terrorista negocio? Que se castigue, detenga y haga pública su culpabilidad al cliente, no a la víctima.

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COLABORACIONES

JUAN MAYORGA. El buen vecino

Hombre bajo- ¿Puedo sentarme con usted?
Hombre alto- Precisamente estaba a punto de pedir la cuenta.
Bajo- ¿No me reconoce? No me ha reconocido.
Alto- ¿?
Bajo- Nos vemos todos los días.
Alto- ¿¿??
Bajo- Cada mañana, en la escalera. Yo salgo cuando usted regresa.
Alto- Ah, sí. Sí.
Bajo- “Bueenoos diíaas”. ¿Reconoce mi voz?
Alto- Sí, ahora sí.
Bajo- Aunque no suena igual a estas horas, y en domingo, que a las seis de la mañana un día de trabajo.
Alto- Perdone que no lo haya reconocido.
Bajo- No hay nada que perdonar, es comprensible. Con su permiso, voy a tomar asiento. Es comprensible. Vuelve usted hecho una sombra y otra sombra se le cruza en la escalera. “Bueenoos diíaas”, oye que le dicen, y usted contesta, “Bueenoos diíaas”, pero no es más que eso, el cruce de dos sombras en una escalera.
Alto- Es verdad.
Bajo- Tiene que ser duro. Trabajar de noche, me refiero. Como tener la vida cabeza abajo, ¿no?
Alto- Me va a perdonar, pero tengo un poco de prisa.
Bajo- Acabo de pedir esta botella, y dos copas. Me gustaría compartirla con usted.
Alto- Lo siento, no bebo.
Bajo- Tengo algo que celebrar y había pensado que querría acompañarme.
Alto- Me están esperando.
Bajo- Sólo una copa, hombre.
Alto- Ya le he dicho que no bebo.
Bajo- ¿No va a tener ni un ratito para mí? Sólo diez minutos. Tengo algo que celebrar y no quiero hacerlo solo.
Alto- Diez minutos, está bien. Si tiene algo que celebrar, no puedo negarme.
Bajo- Cosecha del noventa y ocho. No me tome por un conocedor. Sólo es que me he informado para la ocasión. Me he preparado.
Alto- Y dice que le ha pasado algo bueno. Algo que merece celebrarse. Qué suerte.
Bajo- ¿No es formidable? Dos sombras se cruzan cada mañana en la escalera y, durante meses, no intercambian más que saludos mecánicos. “Bueenoos diíaas”; “Bueenoos diías”. De pronto, esas dos sombras comparten mesa, cara a cara, en una celebración.
Alto- ¿Durante meses? ¿Nos conocemos desde hace meses?
Bajo- No tengo queja, usted siempre ha sido amable conmigo, su saludo nunca me ha faltado, y no crea que puedo decir lo mismo de todos nuestros vecinos. Pero hasta hoy, no éramos más que dos sombras que se dicen “Buenos días” antes de volver a alejarse. Sin embargo, ahora estamos aquí, cara a cara, celebrando como si nos conociésemos de toda la vida.
Alto- Pero todavía no me ha dicho qué estamos celebrando.
Bajo- ¿No se lo he dicho? ¿No paro de hablar y todavía no le he dicho...?
Alto- Todavía no.
Bajo- Me resulta curioso estar aquí, con usted, pero dentro del bar. ¿Sabe a qué me refiero? Cada domingo, después de arreglar la cocina, salgo a dar una vuelta. Siempre lo veo a usted aquí, en esta mesa. Lo veo desde allí, desde la calle, desde el otro lado del cristal. Lo habré visto cien veces sentado en esta mesa. Usted, ¿no había reparado en mí?
Alto- No.
Bajo- No se lo reprocho. No suelo hacerme notar. Seguro que en la casa nunca habrá oído hablar de mí. No soy de esos vecinos que dan que hablar. Eso sí, tengo a gala ser un buen vecino. Cualquiera que llame a mi puerta sabe que yo siempre...
Alto- No me gustaría irme sin saber qué he estado celebrando.
Bajo- La ley tres siete cinco cuatro.
Alto- ¿?
Bajo- ¿No la conoce?
Alto- ¿Ha dicho “ley tres cinco siete cuatro”?
Bajo- Tres siete cinco cuatro. La llaman “Ley de extranjería”. Es así como la llama la gente.
Alto- No me había dado cuenta de que usted...
Bajo- No lo soy. No soy extranjero.
Alto- ¿Entonces?
Bajo- Usted sí lo es. Extranjero.
Alto- ¿Yo?
Bajo- No sé mucho de usted, pero eso sí lo sé, lo fundamental.
Alto- Ahora sí me va a disculpar. No quiero que se me haga tarde.
Bajo- No se levante, se lo ruego. Se lo ruego, siéntese. Gracias. Escúcheme, no tengo nada contra los extranjeros. Nada, vengan de donde vengan. No sé por qué ha venido usted a este país. ¿Trabajo? ¿Política? ¿Una mujer? Cualquiera de esas razones me parece buena. En cuanto a esa ley, yo no la redacté. Pero, tan pronto como oí hablar de ella, supe que iba a cambiar mi vida. No se me ocurrió de buenas a primeras, fui madurándolo poco a poco, y hasta hoy no me he decidido a poner en práctica mi idea. Pero le repito que no tengo nada contra ustedes. Tampoco es nada personal, simplemente he pensado que debía concentrarme en un solo caso, y el suyo es el que conozco mejor.
Alto- No sé si le estoy entendiendo bien, me parece que no, pero tengo que advertirle algo: no soy extranjero.
Bajo- ¿No?
Alto- Claro que no. ¿Qué le ha hecho pensar que lo soy? ¿Sólo porque trabajo de noche? Mucha gente trabaja de noche.
Bajo- ¿No es extranjero?
Alto- Desde luego que no. ¿Parezco extranjero?
Bajo- No, no parece extranjero.
Alto- No tengo nada contra ellos, siempre y cuando no vengan a crear problemas. He conocido gente estupenda de todos los colores. Gente que no viene a darte lecciones sobre cómo vivir en tu propio país. Por desgracia, parece que abundan más los que...
Bajo- No siga, es suficiente. ¡Aplausos! Le felicito. Su acento es mejor que el mío, y su modo de usar mi idioma. Y también el cuerpo, su modo de moverse... Qué disciplina. Admiro a la gente con autocontrol. No tema, no ha cometido ningún error, yo no habría sospechado, sólo fue una corazonada. Hice algunas indagaciones, cualquiera puede hacerlas, basta tener un poco de tiempo, y yo lo tengo. Mi corazonada se confirmó: no tiene usted papeles. Es un “sin papeles”.
Alto- Eso es falso.
Bajo- Muéstremelos. Sus papeles.
Alto- ¿Que le muestre...? ¿Quién se cree que es? Ya le he aguantado bastante.
Bajo- ¿Qué va a hacer? ¿Ponerse a chillar delante de toda esta gente? ¿Llamar a la policía? ¿Por qué no la llama? Relájese, hombre. No le he llamado “hijodeputa”. Sólo he dicho que es un extranjero sin permiso de residencia. Nada grave, salvo que, en aplicación de la ley tres siete cinco cuatro, usted podría ser devuelto inmediatamente a su país de origen. ¿O es la ley tres cuatro siete cinco?
Alto- ¿Está borracho?
Bajo- Todavía no he bebido una gota. No me gusta beber solo. No vuelva a levantarse sin mi permiso, por favor, no me obligue a hacer lo que no quiero hacer. Estoy intentando ser amable. No es nada personal, ya se lo he dicho. Yo no redacté esa ley, pero ella ha cambiado nuestra relación. Dos sombras se cruzan cada mañana en la escalera hasta que un día...
Alto- Es una broma.
Bajo- No me sobrevalore, yo no sé bromear. No es una broma. Como se dice vulgarmente... Si yo fuese alguien vulgar, se lo diría así: “Lo tengo por los huevos”.
Alto- Está realmente borracho.
Bajo- No me enfade, ¿no ve que estoy intentando ser respetuoso con usted? Podría insultarlo. Podría ponerlo de rodillas...
Alto- ¿Qué quiere de mí? Suéltelo ya. ¿Dinero?
Bajo- ¿Dinero?
Alto- ¿Qué es lo que quiere?
Bajo- Poca cosa.
Alto- ¿Qué?
Bajo- No lo sé todavía. En serio, todavía no lo sé. Por ahora, sólo que beba una copa conmigo. Será bastante por hoy. Mañana, quién sabe. Algo se me ocurrirá. Pero esté seguro de que nunca le pediré nada vergonzoso. Y, por supuesto, nada relacionado con el sexo. Usted ha tenido suerte conmigo. No voy a obligarle a trabajar para mí, ni a cometer ninguna fechoría, no voy a ponerle la mano encima. Un día le pediré un rato de conversación; otro, que me acompañe a dar una vuelta. Nada feo, nada humillante. Que me lea un poema, que me cuente un chiste... Nada humillante. A veces le pediré algo incómodo o desagradable, pero no con ánimo de ofenderlo, sino para comprobar su disponibilidad. Eso es, en definitiva, lo que me importa: estar seguro de su disponibilidad. Algunos días dejaré que se olvide de mí, pero siempre reapareceré. Entonces le pediré que recite una oración o que me cante un canto de su tierra, no por molestarle, sino para recordarle la naturaleza de nuestro vínculo. Para humillarlo, nunca. Por otro lado, quizá usted consiga sus papeles algún día. Entretanto, vivamos. Mañana, a la misma hora que de costumbre, nos cruzaremos en la escalera y nos desearemos buenos días. Quiero que esté usted allí, no intente escapar, voy a estar vigilándolo. Y nunca intente nada contra mí, lo tengo todo dispuesto para esa eventualidad, soy un hombre detallista. No le pediré nada humillante, ya lo verá. Empezaremos ahora mismo. Empezaremos por compartir esta botella. Permítame que haga un brindis. Por usted. Por su vida en este viejo país.

Pausa. El hombre alto bebe.

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ROSA REGÁS. La patria.

La mayoría de los ciudadanos que vivimos más o menos pendientes de la política, estamos profundamente decepcionados de nuestros líderes, no sólo como ideólogos o gestores, sino también como mentes incapaces de llegar a un acuerdo para presentar una voz única ante los problemas que se le van planteando al país. Ellos sin embargo, los políticos, sobre todo los de derechas, no parecen haberse dado cuenta y siguen con su discurso cargado de insultos y violencia como si sólo ellos fueran la representación única y con pleno derecho, del pueblo español, lo cual resulta todavía más incomprensible y bochornoso que la propia incapacidad de llegar a acuerdos y consensos.
Ya se va definiendo y afianzando nuestro modelo de hacer política que consiste en el “yo primero aunque sea a costa de cargármelo todo”, como ocurre con los líderes de las instituciones ciudadanas, Ayuntamientos y Diputaciones, y en el hacer de los representantes políticos en los Parlamentos comunitarios y en el Parlamento de la nación, y por supuesto en los medios que los apoyan a sangre y cuchillo. Un modelo siniestro y agobiante, que deja al margen a la ciudadanía hasta el punto que acaba confundiéndose con una estrategia pensada y elaborada precisamente para que el pueblo no participe ni opine, sino que harto de tan penoso y mediocre espectáculo, se dedique únicamente a votar una vez cada cuatro años que es lo único que les hace falta a esos vocingleros para legalizar sus ansias de poder, aunque cada día sean menos los que votan y más los que votan descorazonados. A ellos, esos políticos codiciosos, ¿qué más les da? Con ganar aunque sea con el 20% de los votos o incluso el 10% ya les basta, porque el juego político se ha reducido drásticamente a eso, a ganar al precio que sea, como el juego económico, financiero y comercial (público o privado) se ha reducido a obtener beneficio al precio que sea.
Y si la política es esto, si ningún líder quiere unirse a los demás por el infantil terror a que no se vea qué es lo que exige, engullido en una pancarta unitaria que reivindica el bien común por leve, por mísero, por humilde que sea, ¿de que sirve luchar por otro tipo de país que habría de tener la misma estructura neoliberal que tanto gusta a todo el espectro político desde el centro a la derecha y a su coro de intelectuales -que son los que acaban detentando el poder como bien sabemos- si habría de estar forzosamente en manos de quienes hoy mismo no tienen más pensamiento que ganar las elecciones, cargados de orgullo por lo propio y desprecio por lo ajeno e incapaces de dialogar y pactar al menos para que en cualquier demanda o denuncia estén representados no sólo sus secuaces sino todos los ciudadanos del país?
Y así es la oposición. ¿Qué cómo se comporta la oposición? Pues lo mismo. A la oposición, tanto si es nacional como comunitaria (aunque ésta siempre en menor medida) le da igual todo lo que no pueda convertir en ataque, por irracional que sea su protesta, por sinsentido que tenga lo que exige. Como si lo único que le importara fuera la muerte, a poder ser con dolor, de quienes han osado ocupar un puesto, el de gobernantes, que les pertenece a ellos por derecho propio, por la gracia de Dios, como ha ocurrido a lo largo de toda la Historia de España, salvo breves y contadas excepciones.
No es éste el país con el que soñábamos cuando teníamos la bota del dictador sobre nuestra conciencia, sobre nuestra vida. Nunca hubiéramos querido ver el espectáculo que dan los unos y los otros, decididos a morir antes que unirse y luchar por el bien de los ciudadanos y mentir de la forma más soez que se ha conocido en el espacio público. Pero así es nuestra patria, así somos todos puesto que también los políticos han salido del pueblo. Y aún así aquí estamos, dispuestos a seguir para que cambie la mediocridad de nuestro panorama político, aunque lo que podamos hacer frente al poder político esté cada día más cerca de la nada. Porque, como dice el poeta, “aunque anhelamos huir a climas más benévolos, nunca seguiremos nuestro sueño, y nos quedaremos aquí hasta la muerte. Porqué también nosotros somos cobardes y salvajes. Y amamos con desesperado dolor esta pobre, sucia, triste y desgraciada patria”.
CARLOS MARTÍ. De las ideas y la muerte.

Escritor. Ex presidente de la UNEAC, Unión de Escritores y Artistas de Cuba.

El prejuicio contra los intelectuales es más viejo que Matusalén, si no que alguien lance la primera piedra y romperá su techo de vidrio. Lo que ocurre hoy es que ya no se trata de un gesto de desprecio o de simplona burla: es toda una campaña contra el pensamiento.

Al mismísimo Sancho Panza le fue dado el querer ridiculizar la fantasía desbordante de su Caballero, pero nunca hubiera imaginado que en su mediocre Insula de Barataria, se pudiera armar un inmenso fantasma capaz de vapulear al Andante. A fin de cuentas temía una respuesta genial y abrumadora: mil veces más humillante.

Ahora pareciera que los dueñitos de los escalofriantes medios de difusión quieren tomar ventaja y mucho arriesgan, porque la andanada vitriólica y lapidaria, ya ae sabe que pertenece a las ideas.

Trastocar palabras, demonizar la verdad, enhebrar manipulaciones y enredos torvos y armar la mentira contra toda la virtud, el honor o la simple pero necesaria esperanza, son los oscuros reinos donde habitan estas modernas y pestilentes ratas.

Pero ¡Cuidad! ese discursillo atractivo como la peor novelita del mercado, porque una voz, sólo una, que pueda responder a una, sólo una de las muchas preguntas que los humanos nos hacemos en estos momentos decadentes, puede desmontar y ridiculizar esa oscura maniobra dela Ciudad donde habita el pequeño hermanastro fantasmal y ridículo, que es la ignorancia; con o sin peluca, sea flaca o vieja, o quizás graduada en la torpeza de su universitaria incapacidad.

Siga la muerte su fúnebre discurso, porque las ideas no son mancas.
MANUEL GARCÍA VIÑÓ

Meditaciones trascendentales
3.- AQUEL IRAK Y ÉSTE

--Sadam Hussein era un canalla.
--Pero el país que presidía, Irak, era el país más civilizado de Oriente Medio y Próximo, y único constitucionalmente laicista.
--Poseía las mejores infraestructuras, los mejores hospitales, las mejores universidades, etc.
--Jóvenes de todo el mundo árabe iban a estudiar a Irak.
--A Irak, que albergaba también en su capital, Bagdad, dos museos arqueológicos entre los mejores del mundo, si no los mejores.
--Irak, también, era, casualmente, uno de los principales productores de petróleo.
--Quizá por eso, al Imperio y sus secuaces se les ocurrió que lo que Irak necesitaba era ser civilizado y, sobre todo, democratizado al estilo occidental..
--El Imperio y sus secuaces restringen la libertad, vulneran los derechos humanos y no se preocupan más que por sí mismos. Pero, altruista y generosamente, desean lo mejor para los demás.
--Y allá fueron, dispuestos a hacer felices a los irakíes. Y ello con la idea de que, si no querían ser felices por las buenas, ellos harían que lo fueran a la fuerza, que es la mejor forma de hacer un favor.
--Hombres fuera de serie, como ha habido pocos en la historia –George W. Bush, Tony Blair y José María Aznar o Ansar—planearon la operación de la liberación de Irak, seguros de que, para ello, les bastarían dos semanas, a partir del glorioso momento en que serían recibidos por el pueblo irakí, con dos dedos levantados, formando el signo de la victoria de los buenos.

--Es cosa sabida que los cálculos, a veces, fallan.
--No han pasado quince días, sino siete años, y aún no ha concluido la tan bien planeada operación de mejora de la vida de los irakíes y de su país.
--El bellísimo y civilizado Irak es hoy una escombrera gigantesca, varios millones de sus habitantes han muerto, su petróleo está siendo sustraído por compañías norteamericanas…, pero tiene un presidente democráticamente elegido por los Estados Unidos. Y los dos más importantes museos arqueológicos del mundo, simplemente, no existen… (Recientemente, se ha sabido que los heroicos soldados yankis llevaban listas con las piezas que preferentemente tenían que sustraer, para llevarlas a donde tenían que estar: las casas de subastas de Nueva York.)
--Curiosamente –hay quienes resisten bien—los tres prohombres mencionados, y otros más que les secundaron, siguen pasando por campeones de la democracia.
--Que nadie se extrañe. Por los mismos hechos, a unos se les castiga y a otros se les premia. Siempre ha sido así, en el mejor de los mundos posibles.
Próximo número: Medios de comunicación y soledad informativa

1 comentario:

maravillas dijo...

¡Cada vez mejor "La Antorcha del Siglo XXI"! Y qué buena selección de textos sobre toda la sinrazón de la construcción moral de occidente que va contra la propia naturaleza de la dignidad de ser humano. Por eso la importancia de leer está en pensar, en reflexionar sobre las lecturas.

La Linterna del S. XXI